María

María…
"No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada." (Gén. 2, 18)

“María”… ¿Qué decir de ti?
¿Acaso solo tu nombre? ¿Quizás todos tus títulos?

“Esclava”…  Así te llamaste a ti misma, y acogiste la Vida
“Reina”…  Así te proclamó, después, la tierra a ti rendida…

“Madre”… Así te reconocen los que en la Cruz tomaste por hijos
“Bienaventurada”… Así te felicitan a lo largo de los siglos…

“Esclava”, “Reina”, “Madre”, “Bienaventurada”…
¿Acaso existe un solo título que encierre tu misterio?

Sí…
Aquel, quien es la Palabra misma, nos lo dijo:

 “Mujer”
Así te llamó el Autor de la Vida,

el Creador que te soñó,
el Alfarero que moldeó tu barro, tu arcilla

Mujer:
la verdaderamente libre, la auténticamente fuerte
la abierta a la Vida, la realmente valiente
la Mujer del principio, la del fin de los tiempos
la humana y real, la de todos los pueblos

Mujer, ¡Nueva Eva!
La “Ayuda Adecuada” del Nuevo Adán en la Obra Redentora
Su Compañera de Misión, Co-autora de la historia…

Mujer…
¡Qué profundo es tu misterio!
¿Qué más decir de ti, si tú encarnas la Palabra?
Mejor guardar silencio…
        Judith María Peña Santodomíngo

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